
Todos nos hemos sobresaltado ante la filtración de la ruptura de las negociaciones entre los Messi y el Barcelona. Intentando encontrar un símil igual de doloroso, sería algo así como si una novia se espantara minutos antes de llegar al altar y dejara al novio y al resto de invitados a golpe de tweet o viceversa. Pues no, no hay consuelo posible por la inesperada resolución del asunto y por las optimistas expectativas alimentadas durante las últimas semanas.
Que el Barcelona es una auténtica calamidad despidiendo a sus figuras históricas es un hecho histórico, probado y sufrido. Nadie puede explicarse las salidas tenebrosas y dolorosas de Maradona, Laudrup, Figo, Ronaldo, Romario… y demás. Pero esta podría superar todos los récords posibles en dolor y sufrimiento para el barcelonismo. Messi ha conseguido mucho más que títulos y goles de leyenda. Messi ha hecho club y grandeza.
No es momento de buscar culpables. Con el presidente Laporta parecía que todo iba bien encaminado en enmendar la catastrófica gestión de Bartomeu. Él mismo ilusionó al barcelonismo en unas elecciones marcadas por el objetivo de renovar a Messi sí o sí. Es cierto que el asunto del burofax dejó a la parroquia muy marcada y dolida, pero pasado un año, todo se veía reparado y listo para empezar un nuevo proyecto de nuevo ganador.
El silencio de los Messi durante la Copa América ha sonado atronador. Se entendía por su concentración en el evento. Pero no hubo gestos. Denotaba que la situación era compleja. Todos hubiéramos deseado una solución antes de la competición americana y pasar un verano en paz. El barcelonismo guardó silencio tensamente. Luego apareció Tebas, el señor de La Liga, aparecieron las negociaciones y el techo salarial de rebajas de sueldos a la desesperada, y surgió un fondo que quería aportar 2700 M. Todo parecía encarrilado ante los ojos mundanos del aficionado. Pero en casa el asunto no estaba controlado ni mucho menos.
Antes de las explicaciones en la rueda de prensa del presidente Laporta que se celebrará mañana a las 11, parece claro que el FC Barcelona está más que seco económicamente hablando. Es evidente que la junta ha preferido salvar al club de alguna forma y no hipotecarlo hasta límites inasumibles. Pero el aficionado y posiblemente Messi, esperábamos otras soluciones. ¿Dónde está la salida de los franceses como Griezmann, Lenglet y Umtiti? ¿Y el resto de salidas necesarias para que todo encajara? ¿Podría Messi jugar en el Barcelona asumiendo una nueva rebaja salarial? Surgen muchas preguntas. Nunca estará en un mejor lugar que en el Camp Nou y esto alguien debería recordárselo cada cinco minutos.
Las consecuencias de la salida de Messi no por supuestas dejarán de no ser dolorosas. La ciudad de Barcelona respiraba Messi por todos sus poros, Cataluña también. El turismo así lo sentía y los locales así lo disfrutaban. Messi formaba parte del ADN de la ciudad formando una comunión total. Messi era el símbolo de Barcelona. Messi es Barcelona, Barcelona es Messi.
Todos los estamentos de Barcelona y Cataluña deben actuar ya por el bien del turismo, la economía y la salud mental de todos. Messi deber ser declarado Patrimonio de Barcelona.
Por cierto, el Camp Nou bien merece un cambio de nombre, negócienlo. Ahí lo dejamos.